¿Cuántas veces nos encontramos en reuniones de equipo discutiendo incansablemente sobre un problema sin llegar a una solución? Es típico que nos enfoquemos en lo que está mal, en lugar de buscar cómo solucionarlo. Sin embargo, es crucial que cambiemos esta mentalidad. El verdadero avance se logra cuando nos enfocamos en la solución, no solo en el problema.
El primer paso para cambiar este enfoque es entender que los problemas son inevitables. Surgen en todas las organizaciones, sin importar su tamaño o sector. Pero la diferencia entre los equipos exitosos y los demás radica en cómo manejan esos problemas. Los equipos exitosos ven los problemas como oportunidades para mejorar, no como obstáculos insuperables.
Enfocarse en la solución en lugar de en el problema tiene varios beneficios. Primero, cambia nuestra mentalidad de negativa a positiva. En lugar de ver los problemas como amenazas, los vemos como desafíos que pueden ser superados. Esta mentalidad positiva nos ayuda a ser más creativos y a pensar fuera de la caja para encontrar soluciones.
Segundo, al centrarnos en la solución, nos motivamos a nosotros mismos y a nuestro equipo a tomar acción. El análisis y la discusión son importantes, pero sin acción, no lograremos nada. Al concentrarnos en lo que podemos hacer para resolver el problema, damos el primer paso para superarlo.
Además, al enfocarnos en las soluciones, mejoramos nuestra capacidad para manejar problemas futuros. Cada problema que resolvemos nos da la experiencia y las habilidades necesarias para enfrentar desafíos similares en el futuro.
Por último, al enfocarnos en la solución, fortalecemos nuestro equipo. Los problemas pueden crear tensión y conflictos dentro del equipo. Pero cuando trabajamos juntos para encontrar una solución, fortalecemos nuestra colaboración y cohesión de equipo.
Y todo esto no solo se aplica a la gestión de equipos, sino también nos encontramos en conversaciones absurdas en las que tu interlocutor se obsesiona con el problema, relatándotelo una y otra vez, sin darse cuenta que tiene que enfocarse en la solución.
Entonces, ¿cómo podemos cambiar nuestro enfoque de los problemas a las soluciones? Aquí hay algunas estrategias:
- Cambia tu mentalidad: En lugar de pensar «Tenemos un problema», piensa «Tenemos un desafío que necesita una solución».
- Haz preguntas centradas en soluciones: En lugar de preguntar «¿Por qué tenemos este problema?», pregunta «¿Cómo podemos solucionar este problema?».
- Encuentra el aprendizaje: Busca las lecciones que puedes aprender del problema y cómo puedes usar esas lecciones para evitar problemas similares en el futuro.
- Toma acción: Una vez que hayas encontrado una solución potencial, ponla en práctica. No te quedes estancado en la etapa de planificación.
Recuerda, todo problema tiene una solución. No te quedes atrapado en el problema; enfoca tus energías en encontrar y aplicar la solución. Al hacerlo, no solo resolverás el problema actual, sino que también fortalecerás tu equipo y mejorarás tu capacidad para manejar desafíos futuros.